De tanto amar y llorar, yace un alivio, un alivio nuevo.
Recibí de ti, lo extraordinario, lo inolvidable.
Me despido de tus hormonas, que de raíz fluiste soplando el cielo.
Así es, fuiste marea que cubriste las heridas para originar las imborrables.
Que pena, encerrado en tu perturbado entorno que amo.